miércoles, 10 de junio de 2015

Copiar o no copiar, he ahí el dilema

“No miréis a vuestras compañeras, sentidlas, y repetid los pasos”.
Esto nos dijo nuestro profesor de baile contemporáneo, Michele Manganaro, cuando, ensayando por decimoctava vez, no conseguíamos ir coordinadas.
Esta frase tan sencilla se me quedó grabada, no tanto para hacer bien el baile, sino para aplicarla en otras circunstancias.
Copiar es una palabra que tiene una connotación muy negativa, ser un “copiota” no es algo de lo que nos enorgullezcamos, todo lo contrario, cuando de niños identificamos al “copiota” de la clase, tendemos a aislarlo, no nos gusta.
Curiosamente, en este mundo del coaching, sí se estila eso de copiar: Emilio Duró, por ejemplo, en su conferencia “Optimismo e Ilusión”, nos incita a copiar a aquellos que tienen éxito, de manera que nosotros también lo tengamos.
Lo que pasa es que para quitar la carga negativa del copiar lo llaman modelar.
¿Qué diferencia veo yo entre una y otra? Pues precisamente las palabras de mi profesor: copiar es hacer exactamente lo mismo que la otra persona, pero si el otro tiene un carisma especial y tú no, va a seguir sin salirte igual. Mientras que modelar es copiar lo que hace el otro, pero añadiendo tu enfoque, tu personalidad y tu carisma.

Yo estoy a favor de copiar/modelar, pero no de perder mi esencia. ¿Y tú?