Esto nos dijo nuestro profesor de baile contemporáneo,
Michele Manganaro, cuando, ensayando por decimoctava vez, no conseguíamos ir
coordinadas.
Esta frase tan sencilla se me quedó grabada, no tanto para
hacer bien el baile, sino para aplicarla en otras circunstancias.
Copiar es una palabra que tiene una connotación muy
negativa, ser un “copiota” no es algo de lo que nos enorgullezcamos, todo lo
contrario, cuando de niños identificamos al “copiota” de la clase, tendemos a
aislarlo, no nos gusta.
Curiosamente, en este mundo del coaching, sí se estila eso
de copiar: Emilio Duró, por ejemplo, en su conferencia “Optimismo e Ilusión”,
nos incita a copiar a aquellos que tienen éxito, de manera que nosotros también
lo tengamos.
Lo que pasa es que para quitar la carga negativa del copiar
lo llaman modelar.
¿Qué diferencia veo yo entre una y otra? Pues precisamente
las palabras de mi profesor: copiar es hacer exactamente lo mismo que la otra
persona, pero si el otro tiene un carisma especial y tú no, va a seguir sin
salirte igual. Mientras que modelar es copiar lo que hace el otro, pero
añadiendo tu enfoque, tu personalidad y tu carisma.
Yo estoy a favor de copiar/modelar, pero no de perder mi
esencia. ¿Y tú?
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