"Yo no soy
rencoroso", así comenzaba a describirse un candidato que entrevisté
en un proceso de selección.
Rafael Echevarría en su Ontología del Lenguaje nos advierte de que el
modo como enjuiciamos nuestro pasado genera estados de ánimo que condicionan
nuestro comportamiento futuro.
Cuando una persona
reconoce su pasado como un tiempo vivido bajo determinadas circunstancias, que
ha generado una serie de experiencias que fueron las que fueron, mejores o
peores, pero que pasaron sin dejar daños; cuando una persona acepta su pasado
tal como fue, se enfrenta al futuro con la mente abierta y con un bagaje que le
ha hecho aprender (de lo bueno lo que hay que hacer; de lo malo, lo que hay que
evitar o enfocar de manera diferente). La aceptación nos aporta tranquilidad
espiritual y claridad a la hora de vivir el presente y de pensar en el futuro.
Por el contrario el
resentimiento refleja un estado de ánimo que nos limita, nos ancla al pasado y
no nos deja desarrollarnos. La idea que subyace a esta percepción es que: “Yo
merecía algo que me fue negado o, simplemente, merecía una cosa mejor de lo que
obtuve, pero alguien se interpuso impidiendo que lo obtuviera, de forma que mi
situación actual no es la que yo debería tener (ese alguien lo pagará tarde o
temprano)”.
El hecho de estar viviendo
una situación no deseada y no aceptada limita nuestra capacidad de acción. El
resentimiento nos puede hacer vivir en función de la persona o personas con
quien estamos resentidos y el odio y la venganza puede llegar a convertirse en
la guía de nuestra vida.
Para evitarlo, trata de
racionalizar la situación, acepta que la situación, fuera la que fuese ya no
tiene solución y eso no puede condicionar, coméntalo con otras personas (aunque
el resentimiento suele ser privado trata de compartirlo, verás que otras
personas pasaron por situaciones similares). Haz un ejercicio de catarsis y
tira tus resentimientos a la papelera.
La semana pasada me reencontré con una persona
hacia la que sentía cierto rencor; me saludo efusivamente y, al ver mi frialdad
me dijo: Chico, yo te aprecio, nuestras diferencias fueron causa de las
circunstancias, pero prefiero olvidarlas y que nos llevemos bien.
Para 2014 he decidido
tirar mis rencores a la papelera. ¿Y tú?
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