jueves, 24 de abril de 2014

Las cosas buenas de la vida


“Las cosas buenas de la vida son las que más te costó conseguir”.
No sé qué pasa últimamente, pero esta frase me persigue.
¡Qué tontería es esa!
Desde pequeños nos cuentan que debemos sufrir para conseguir cosas, pero eso no es así, no en todas las ocasiones, claro.
Una de las cosas que me vino a la cabeza tras oír esta frase (por enésima vez) fue tener hijos. Hay personas a las que les cuesta mucho tener hijos, incluso las hay que no pueden tenerlos, sin embargo un porcentaje muy alto de las parejas los tienen porque… “¡Ups! ¿Cómo ha podido pasar?” La respuesta a esta pregunta es muy sencilla: porque os lo pasasteis muy bien, sin ningún esfuerzo, sin pensar y disfrutando.
No conozco a ningún padre o madre que diga que sus hijos no son lo mejor de su vida. Pese a ello me podéis decir que la crianza de un hijo es una cosa muy dura y os daría la razón, pero estamos hablando de conseguirlo no de mantenerlo. Otros me diréis que para tenerlo hay que parirlo y eso supone un gran esfuerzo y es doloroso, a lo cual yo os respondo que no tiene por qué ser así si confiamos en la medicina y la anestesia.
La afirmación de que “las cosas buenas de la vida son las que más te costó conseguir” creo que se deriva de que no le damos un valor real a las cosas, no nos fijamos en los pequeños detalles que nos alegran un día o en los pequeños logros que hacen que nuestra autoestima crezca por el simple hecho de no haber sudado para conseguirlos.
Mi recomendación es que disfrutemos, no nos centremos solo en el sufrimiento, el esfuerzo o el dolor porque éste, a veces, llega sin poder evitarlo y la única manera que tenemos para que no nos invada es apreciar las pequeñas cosas que nos hacen sentir bien.

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